domingo, 19 de abril de 2009

Esperar

Despertó de pie, como si hubiese perdido dos minutos de su vida soñando despierta. Veía las caras de espanto de los transeúntes que se aglomeraban en una esquina, cuales perros se acercan a ver un trozo de comida, o como si estuviesen ofreciendo un producto milagroso.

Ella prefirió no acercarse a la masa de gente. Mientras se alejaba, el ambiente de la calle se tornó de color gris. Gris calles y murallas, ventanas y puertas. Gris, gris humo, y los sonidos se sentían como ecos en sus suaves oídos. La joven caminó hacia una banca donde un hombre algo viejo estaba sentado, mirando los autos volcados en el accidente automovilístico que observaban las personas. Se sentó a su lado, lo miró con enojo y le dijo:

- Fue su culpa… ¿Qué haremos ahora?

A lo que el anciano respondió con una sonrisa resignada:

- Esperar, hija mía. Esperar a que la ambulancia venga por nuestros cuerpos.

viernes, 17 de abril de 2009

Servicial

Ya ha pasado todo el día y me he molido las manos trabajando. Los platos brillan y su resplandor enceguece. Los pisos sin polvos, trapeados, son como espejos. Las ventanas no se ven de lo limpias que están (se los aseguro: casi atravieso una cuando llevaba la ropa al tendedero). Las piezas pulcras, como si nadie viviese aquí. La comida guardada, refrigerada, al dente para comer a su respectiva hora o antojo.

El orden que he logrado desde estos 12 años de mi vida siempre es el mismo, pero lo hago sin enojo. Sin padres que me cuidasen, me acostumbrado a ser como un mayordomo, esos que siguen ordenes. Pero lo hago sin desdeño porque… Disculpen, iré a abrir la puerta.

- Buenas noches, abuelita
- Buenas noches, ‘mijo