Despertó de pie, como si hubiese perdido dos minutos de su vida soñando despierta. Veía las caras de espanto de los transeúntes que se aglomeraban en una esquina, cuales perros se acercan a ver un trozo de comida, o como si estuviesen ofreciendo un producto milagroso.
Ella prefirió no acercarse a la masa de gente. Mientras se alejaba, el ambiente de la calle se tornó de color gris. Gris calles y murallas, ventanas y puertas. Gris, gris humo, y los sonidos se sentían como ecos en sus suaves oídos. La joven caminó hacia una banca donde un hombre algo viejo estaba sentado, mirando los autos volcados en el accidente automovilístico que observaban las personas. Se sentó a su lado, lo miró con enojo y le dijo:
- Fue su culpa… ¿Qué haremos ahora?
A lo que el anciano respondió con una sonrisa resignada:
- Esperar, hija mía. Esperar a que la ambulancia venga por nuestros cuerpos.
Sabias desiciones
Hace 9 años